El hombre forma parte integrante del cosmos, que es un todo indivisible. El universo tiene sus propias leyes inmutables, sus ciclos, sus ritmos. Luchar contra ellos es luchar contra el universo, es incluso ir contra la vida.
La modernización y el progreso han alejado al hombre de la naturaleza. Se ha aislado del universo y por lo tanto ha perdido su participación inconscinete en estos fenómenos. A. Still no cesó en sus diferentes declaraciones y obras de reconciliar al hombre con la naturaleza. Su meta es rearmonizar estos elementos con el cosmos. La medicina alopática no ha cesado de dividir al hombre, de fraccionarlo, de cortarlo en trocitos. Vamos a consultar a un gastroenterólogo, a un cardiólogo, a un traumatólogo especialista en rodilla, etc. pero la visión del hombre en su conjunto ha desaparecido.
¿Cuántos terapeutas hacen el intento de buscar una relación entre un órgano y la proyección cutánea que de este último?
Por ejemplo, un codo de tenista puede venir de un problema de codo, pero igualmente de un problema de cervicales o también de un problema visceral. Sé que le será difícil relacionarlo de esta manera al que no ha estudiado la osteopatía, pero voy a ponerle algunos ejemplos analógicos:
Cuando un ingeniero forestal se encuentra con un árbol enfermo o una plantación, enseguida desencadena en el mecanismos de diagnósticos, intentará valorar que tipo de enfermedad tiene, analizando localmente la zona del árbol alterado pero, simultáneamente, se estará preguntando ¿Es un problema local en el árbol o atañe al árbol entero? ¿El problema viene de la raíz, del sustrato, de la tierra que se alimenta? ¿Podría ser un problema más amplio y afectar a todo el bosque o cultivo?
Así sucesivamente irá cambiando los planos de análisis, desde el más pequeño y aislado al más amplio y global.
Pondré otro ejemplo: imaginemos por un momento que al llegar a casa, encontramos un charco de agua en la cocina; podemos pensar que simplemente a alguien se le ha derramado un poco de agua, pero si poco después de secar el charco, este vuelve aparecer, todos pensaríamos que hay algún tipo de fuga. Si llamáramos a un plomero, este enseguida comenzara a investigar de dónde viene la fuga, buscará si hay humedades en el techo de las que brote, una gotera, e irá más allá analizando posibles fugas en el vecino de arriba. Sería inaceptable para nosotros que este plomero, una vez encontrada una gotera en el techo, se dedicara a emparcharla o encubrirla con pintura aislante, o simplemente nos recomendara secar el charco cada vez que aparezca. Seguramente le exigiríamos que encontrase el auténtico origen de la fuga.
Frecuentemente, en patologías del sistema músculo esquelético, se trata el dolor, la inflamación, el síntoma (el charco en definitiva) como si este fuese todo el problema, sin analizar más allá de simples factores desencadenantes ( que no son mas que la gota que rebalsó el vaso). De la misma forma que hace el plomero, el osteópata, además de tratar el síntoma siempre se pregunta factores causales, más allá de lo que vemos con los ojos, debido a eso, la inspección, evaluación y entrevista inicial son primordiales para el abordaje osteopático.
Esta manera de ver lo que sucede en el cuerpo, de buscar la causa o causas principales y establecer una cadena lesional que nos lleva hasta el síntoma manifestado, a eso, nosotros lo llamamos Globalidad o Pensamiento Holístico y no conocemos otra manera de trabajar que viendo la totalidad del ser.